¿CÓMO TE HABLAS A TI MISMO?
Cuando hablamos de cambio surgen una diversidad de conceptos necesarios para facilitar la aparición de estos. Uno de ellos es la autocrítica, que, sin duda, es una capacidad fundamental a desarrollar para aquellas personas que desean madurar y crecer personalmente.
La autocrítica se define como aquel análisis o juicio acerca de nuestros comportamientos u obras.
Pero la autocrítica, como todo, no está libre de ser mal usada y ser contraproducente. Podríamos señalar dos tipos de autocrítica:
Una constructiva que favorece el cambio, libre de juicio, descriptivo y que permite examinar los actos y situaciones desde la asertividad y amor a uno mismo.
Y una destructiva qué no deja avanzar hacia los objetivos propuestos, ya que se basa en un continuo ataque hacia uno mismo lleno de pensamientos negativos, con un diálogo interno cruel, alimentando de esta manera la inseguridad. Además, impide generar alternativas útiles para solucionar el problema en cuestión, lo que provocará frustración.
De ahí reside la importancia no solo de fomentar en los niños ese diálogo interno, sino enseñarles a hablarse a uno mismo desde el respeto y el cariño adecuado.
De esta manera, además, se estará ayudando a colocar una de las piezas que conforman el puzle del importante y necesario, amor propio.
Lucía Díaz Martín